Errar para aprender
«Equivocarse es
humano y rectificar es de sabios».
¿Cuántas veces habremos
oído esta acepción? Si tan convencidos estamos de que equivocarse es de humanos,
¿por qué en la escuela se castiga y penaliza siempre?
Hoy mi entrada
va dedicada al ERROR,
ese temido ser que nos atemoriza, avergüenza y cohíbe.
Llamadme
rebelde. Llamadme moderno. Llamadme loco. Llamadme lo que consideréis oportuno,
pero yo defiendo una educación en la que no solo no se penalice el error, sino en
la que éste sea premiado. Considero que la única y verdadera forma de aprender
es fallando y más aún cuando estamos aprendiendo una lengua extranjera. Por
este motivo, en la entrada de hoy quiero compartir con vosotros cómo premio yo
el error en mis clases y qué resultados tiene (o ha tenido en mi poca
experiencia como docente).
Toda esta
filosofía que me he creado alrededor del error surgió cuando durante mis clases
vi que a mis alumnos les parecía gracioso que compañeros suyos tuviesen fallos
como el de escribir «coffe», en lugar
de «coffee» en inglés. Mi primera
reacción ante esta situación fue intentar hacerles ver que el error ha de ser y
es una parte integrante del proceso de aprendizaje. El camino que debemos
seguir para hacérselo ver es el de una pequeña reflexión a través de preguntas
y respuestas. Así fue cómo me surgió a mí en el aula:
Profesor: ¿De qué os reís? ¿Qué resulta tan gracioso?
Alumnos: ¡Que ha escrito «coffee» con una –e!
Profesor: Ajá. ¿Y qué tiene de gracioso ver «coffee» con una –e?
Alumnos: ¡Pues que es un error muy tonto y gravísimo!
Profesor: ¿Tonto? ¿Gravísimo? ¿Ha muerto alguien?
Alumnos: No…
Profesor: ¿Habéis captado el mensaje que vuestro compañero os quería
transmitir con la oración que ha escrito en el encerado?
Alumnos: Sí.
Profesor: Entonces, la falta de esa “-e” al final de la palabra «coffee» no
era tan fundamental. Ha sido capaz de comunicar su mensaje y vosotros lo habéis
entendido a la perfección. ¿Dónde está la gravedad del asunto, pues? El
objetivo de una lengua es comunicarse, chicos. Y vuestro compañero lo ha
conseguido, así que deberíamos felicitarle.
Alumnos: [Mudos]
Profesor: Una pregunta, chicos. ¿A qué venís a la escuela?
Alumnos: A aprender.
Profesor: ¿Y cómo se aprende?
Alumnos: Estudiando.
Profesor: Muchas veces estudiáis, escupís lo que habéis estudiado y luego
no os acordáis. ¿Eso es aprender?
Un alumno: ¡Cometiendo errores!
Profesor: ¡Muy bien! Chicos, nadie es perfecto. Todos cometemos errores,
incluido yo, el profesor, el todopoderoso, el que todo lo sabe (con
tono de ironía). Si ya lo supieseis todo,
no tendríais que venir a la escuela a aprender y, como la única manera verdadera
de aprender es cometiendo errores y rectificando, no quiero que nadie vuelva a reírse
de un compañero cuando falle, pero que tampoco tenga miedo a equivocarse. Para
poder ser capaces de hablar en una lengua extranjera tenéis que perder el miedo
y ser conscientes de que la perfección no existe. ¿O habláis todos
perfectamente el castellano? Esto lo tenéis que aplicar a todos los aspectos de
vuestra vida, no solo al inglés.
Un alumno: Entonces, estás diciendo que saber las cosas es malo y que el no saberlas está bien.
Profesor: No, que sepas las cosas es genial, pero para saberlas has tenido que aprenderlas, y aprender lleva implícito fallar. ¿No te caíste muchas de veces de la bici cuando estabas aprendiendo a montar en ella?
Un alumno: Entonces, estás diciendo que saber las cosas es malo y que el no saberlas está bien.
Profesor: No, que sepas las cosas es genial, pero para saberlas has tenido que aprenderlas, y aprender lleva implícito fallar. ¿No te caíste muchas de veces de la bici cuando estabas aprendiendo a montar en ella?
Otro alumno: Lo que dices es totalmente cierto. El problema está en que nos
han educado en lo contrario. A mí si cometo un error cuando salgo al encerado, otros
profesores me echan la bronca o, si suspendo un examen, a pesar de haber
estudiado, mis padres me castigan o me echan la bronca ¿Qué quieres que piense entonces?
Y he aquí el
gran problema. ¿Qué debía responder yo a este alumno?
Una vez
transcurrida esta conversación, decidí trabajar con el error como algo positivo
durante el resto de clases. He aquí algunas formas en las que podemos hacer ver
a nuestros niños que el error es una oportunidad extraordinaria para aprender:
1. Muéstrate como uno más. ¿Os
acordáis de lo que ya he dicho en otras entradas acerca de mostrarse cercano a
los alumnos? En numerosas ocasiones, yo mismo escribía palabras con errores
ortográficos en el encerado para hacerles ver que «el todopoderoso» también se
equivoca y, lo que es mejor aún, ¡no pasa absolutamente nada! He de decir que
me resultaba gracioso escuchar los murmullos que surgían al instante de poner
algo mal escrito en el encerado.
2. Premia la participación, no las respuestas.
Hazles ver que lo importante es, y más en una clase de lenguas extranjeras, que
se lancen a hablar y a participar. Lo importante es que aprendan a comunicarse,
a transmitir mensajes y no frases artificiales gramaticalmente correctas.
3. Reírse con él, no de él.
Debemos enseñarles a reírse con sus compañeros para dar un clima más ameno al
aula, pero no a reírse de sus compañeros. Esto minaría su autoestima y, por lo
tanto, su miedo a lanzarse a hablar.
4. Hacerles ver el error como un puente hacia la respuesta
correcta. A través de preguntas y respuestas como las
del comienzo, debemos hacer llegar al alumno a la respuesta adecuada. De esta
forma vivirá el error como el primer paso que hay que tomar para llegar a la
meta, que es el aprendizaje.
5.Hacerles reflexionar acerca de lo que les estamos
pretendiendo transmitir. Una vez hecha
la reflexión inicial, procedí a llevar citas de personas con éxito que versan
sobre el error para que reflexionasen
oralmente entre todos acerca de ellas: «Failure is simply the opportunity to begin
again, this time more intelligently. Henry Ford.» (El
fracaso es una gran oportunidad para empezar de nuevo de forma más inteligente)
y «I failed over and over again that's why I succeed.
Michael Jordan.» (He fracasado una y otra vez en mi vida, por eso he conseguido
el éxito). ¿No os parece una manera interesante de plantear un debate en clase
en el que los alumnos practiquen sus destrezas orales a la vez que adquieren
otra clase de contenidos transversales?
6. Compartir el error. Esto
contribuirá a crear un ambiente de comunidad en el aula, donde se respiren
aires de solidaridad y compañerismo. Sé que suena muy poético e idealista, pero no es tan difícil de llevar a cabo. Cuando hacemos una pregunta a
uno de nuestros niños y éste no sabe responderla, podemos decirle que elija a
uno de sus compañeros para que le ayude a contestar y, cuando éste le haya
ayudado, felicitar a ambos por haber llegado juntos a la respuesta correcta.
¿Veis como no era tan difícil? ;)

He ahí mi visión
acerca del error y cómo considero que deberíamos premiarlo. Haced ver a
vuestros niños que el error es una oportunidad de aprendizaje excelente, no los
eduquéis para que nunca fallen. Esto también contribuirá a su inteligencia
emocional, ya que aprenderán a gestionar su frustración ante el fracaso. Lo
importante no es el error que hayan cometido, sino el hecho de que sean
conscientes de que lo han cometido y que lo aprovechen para lograr un
aprendizaje significativo.
Erra y aprenderás.
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