Aprender a través de la risa es posible
Hoy comparto con vosotros un
artículo publicado en el periódico británico The Guardian sobre la risa en el
aula. La traducción ha sido realizada por mí. Espero que os guste.
Cuando preguntamos a la mayoría
de profesores de lengua con experiencia acerca de la risa y el humor, éstos
admiten, sin problema alguno, fomentar ambos elementos en sus clases.
¿Cuál es, pues, el papel del humor espontáneo y no planeado, es decir, de esos
momentos en los que toda la clase ríe a carcajadas antes de volver a ponerse con
la tarea en la que estaban trabajando?
Durante los primeros días del curso, cuando conocen a
sus alumnos por primera vez, los profesores de lengua transmiten muchos
mensajes ocultos a través del lenguaje corporal, esto es, su conducta general y
la manera en la que se dirigen a sus alumnos. Un mensaje claro (normalmente implícito) está relacionado con el tipo
de ambiente que pretenden crear y fomentar en el aula.
Para crear un espíritu de
informalidad en sus clases, estos profesores intentan reducir la distancia
social que existe entre ellos y sus alumnos. Para lograrlo, se muestran
amigables y accesibles ante sus estudiantes. Con una sonrisa, animan a los
alumnos a hablar y a reconocer sus esfuerzos, siendo comprensivos con los
errores que cometen.
A veces también hacen ver con
humor a sus estudiantes que ellos mismos tienen dificultades con la
pronunciación de algún sonido. Si cometen un error en el encerado (tal y como
les sucede en ocasiones a la mayoría de docentes), lo tratan con humor y
muestran que se avergüenzan de ello – esto lo hacen también para demostrar que
los errores son una parte natural del proceso de aprendizaje.
Cuando un profesor tiene que
llamar la atención a un alumno, tiende a hacerlo de manera firme, pero con
tacto, y volviendo a lo que estaba explicado lo antes posible (aplicando la
disciplina con humor reduce el riesgo de enemistarse con los alumnos más
difíciles de llevar).
Los aprendices de una lengua son
capaces de captar rápidamente el mensaje de que su profesor acoge bien la risa
y el humor espontáneos en el aula (siempre y cuando se trate de “reírse con” y
no “reírse de”). Si sienten que el profesor les da permiso para reírse, de
inmediato muchos alumnos comienzan a relajarse y a comportarse de manera
positiva.
No todas las clases de lengua
responden de la misma manera y al instante a las iniciativas de humor llevadas
a cabo por sus docentes. Algunos alumnos se muestran relativamente indiferentes
a lo largo de las clases por un gran número de razones. A veces les lleva más tiempo
relajarse y recibir bien el humor.
[…]
Los profesores de lengua utilizan
un gran número de técnicas específicas para asegurarse de que en sus clases
sigue abundando la risa. Durante las primeras clases del curso, los docentes
con más experiencia permanecen alerta para detectar a los estudiantes más
extrovertidos y espabilados y desarrollar con ellos una relación más
dicharachera.
[…]
Con los años, los profesores con
más rodaje ponen en práctica técnicas que han sido comprobadas. Éstas se traducen en forma de
expresiones faciales, gestos exagerados, juegos de palabras, chistes ya
conocidos, etc. que controlan debido a su experiencia y que saben que
provocarán la risa suponiendo una inyección de vitalidad en el aula. También
saben qué actividades interactivas relacionadas con la lengua son
las que más vida darán a la clase. Sin embargo, son conscientes de que sus
estudiantes pueden sobre-excitarse y que la risa puede llevar al descontrol.
A medida que van progresando, las
clases de lengua desarrollan sus propias culturas individuales: los alumnos
comparten y comprenden las diferentes personalidades, pasiones y los puntos
fuertes y débiles de sus compañeros. Cada clase desarrolla también
una memoria colectiva de distintos incidentes que han tenido lugar en una clase
concreta. Este sentimiento de intimidad permite que haya pequeños estallidos
de risa que son evocados por algún referente (ya sea el profesor o un alumno) y
que vienen dados por situaciones anteriores que les parecieron graciosas.
Sin duda alguna, el humor es una
fuerza poderosa en cualquier situación y un fenómeno altamente complejo. Sin
embargo, hay casos en los que el humor es perjudicial para el bienestar de los
individuos. La burla es uno de esos casos. Mientras que a algunos alumnos no
les importa estar en un primer plano (por ejemplo, cuando se les pone un mote),
a otros sí. Las bromas que en un principio parecían graciosas ahora pueden no
resultarlo tanto. La mayoría de los profesores que incluyen la burla en su
repertorio personal de técnicas que fomentan la risa se echan rápidamente para
atrás cuando ven que están ofendiendo a alguien.
A pesar de que la risa tiene el
potencial de ser usada de manera imprudente, los profesores de lengua con
experiencia la ven como un algo positivo para sus clases. Éstos acogen bien la
risa de toda la clase y la fomentan. Para estos docentes los pequeños
estallidos de risa son esenciales y un signo tranquilizado en el sentido de que
su clase está funcionando de manera unida y responsable.
Estos profesores saben que una
buena enseñanza va mucho más allá de un dominio excelente de técnicas. Ésta
requiere hacer que cada clase funcione de la manera más colectiva posible. Un
uso del humor acertado es una gran manera de animar a los alumnos a convertirse
en un grupo social alegre, en el que se apoyen mutuamente y en el que haya un
buen ambiente.
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Fuente: The Guardian (http://www.theguardian.com/education/2007/dec/05/tefl2)
Traducción: Emilio López López
(autor del blog)
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